Recuerdo un colega que les decía a sus futuros clientes: no sabes el lío en el que te vas a meter con esto de la digitalización, con lo feliz que eres ahora con tus cintas!! Y tenia toda la razón! Lo difícil de la digitalización de una televisión ya no son los sistemas de gestión y archivo (en pleno 2016 todos funcionan razonablemente bien) sino la gestión del cambio de los emigrantes digitales que ven como pierden el control de sus operaciones.
Los que hemos vivido la transformación digital de la televisión, y me estoy refiriendo al paso de cintas a archivos, no a la aparición del Betacam Digital (digibeta), vimos como el contenido nos desparecía literalmente de las manos. La sensación de perder el tacto de la cinta donde apuntábamos el título, los códigos de tiempo, los audios (lo que ahora llamamos metadata) fue parecida a la sensación que tuvimos cuando pasamos del MSDOS a Windows 3.1. Es decir, la pérdida del control en nombre de la innovación, de la eficiencia, de la ubicuidad de los contenidos y de la calidad.
Era fácil pasar la cinta de estantería en estantería y anotar en la hoja de papel introducida en el plástico de la carátula como estaba el proceso de ese video. Había espacio para la información del contenido, el nombre de la persona que había hecho el control de calidad y el resultado, las fechas de cada acción, quién había hecho la edición… Todo estaba perfectamente apuntado y cuando había un error en alguna de las tareas sabíamos a quién pedir explicaciones. Y cada televisión tenia su modelo de hoja, con los campos que necesitaba… y el director técnico era feliz! Una cinta, una hoja y todo físico!!
Cuando se diseñaron los ficheros informáticos nadie pensó en poner una bolsita en el wrapper para introducir la hoja de control. Y eso es una pesadilla para los managers que necesitan hacer un tracking de los contenidos y de los procesos. Y hacer cambios en la metadata del wrapper ya no es tan trivial como agarrar el bolígrafo y anotarlos.
La forma más eficiente de gestionar los ficheros informáticos es utilizando herramientas informáticas. Y como estamos hablando del control del proceso de producción, lo óptimo es utilizar programas de gestión de procesos, es decir lo que se ha denominado BPM o Business Process Management.
Control, monitorización, tracking, información, análisis, mejora continuada, optimización… son palabras usadas cuando explicamos para que sirve o que ventajas tiene un BPM. Va más allá de la gestión de los contenidos que puede hacer un MAM. Estamos hablando de una herramienta de negocio, agnóstica e independiente de los sistemas de vídeo pero que debe estar totalmente integrada con ellos y hablar el mismo lenguaje de los usuarios.
Hay muchos software de BPM en el mercado ya que estamos hablando de una solución horizontal y toda la industria (desde los bancos a las fábricas de coches) utiliza este tipo de software para controlar sus procesos. El reto es adecuar estos programas a las particularidades de nuestra industria, que, como todos sabemos, pueden ser un verdadero dolor de cabeza para los no “iniciados” (TC, Frames, wrapper, esencias, aspect ratio…).
El tema no es fácil. Hay soluciones de BPM que se han introducido en nuestro sector pero que son una extensión de sistemas de video y por lo tanto dependientes de ellos. Desde un punto de vista de negocio, un BPM debe abstraerse de la tecnología que se usa en los procesos ya que esta tecnología debe poder ser cambiada en cualquier momento sin afectar al negocio. ¿Tiene sentido cambiar el software de gestión empresarial (ERP) cada vez que sustituimos un transcodificador, la automatización de la continuidad o el sistema de archivo? Los financieros nos matarían!! Pues lo mismo pasa con el BPM. Desde un punto de vista de negocio, cualquier tecnología de video debería ser sustituible sin que afectara al corazón de mi negocio, sin que afectara a mi herramienta de control y automatización de las operaciones.
Photos: CC BY-SA 2.0 Kulturavsprojektet