La percepción del paso del tiempo es, como todos ya sabemos, muy relativa. Cuando estás aburrido o haciendo un trabajo tedioso el tiempo pasa muy lentamente, pero cuando te lo pasas bien, el tiempo vuela. Pues esto último es lo que nos ha pasado durante estos cinco años. Arrancamos el proyecto de Ebantic en febrero del 2014 y sin darnos cuenta ya estamos aquí.
Queríamos hacer una empresa diferente, que fuera capaz de ayudar a sus clientes a afrontar los cambios de paradigma a los que estamos asistiendo en las últimas décadas. Que buscara otras formas de solucionar los retos, más acorde con la visión del mundo digital y la tecnología IT. Software, integraciones, IP, CLOUD, orquestación, son algunos de los conceptos alrededor de los cuales gira Ebantic.
Salimos de nuestra zona de confort (ahora que está de moda esta expresión) y nos tiramos de cabeza a una piscina que, hace cinco años, tenía poca agua. Pero durante este tiempo hemos aprendido a nadar y ahora ya empezamos incluso a hacer alguna voltereta dentro del agua (con mucho cuidado, eso sí).
Cinco años dan para mucho y cuando está en juego la supervivencia del proyecto aún aprendes más rápido y, la mayoría de las veces, a base de golpes.
· Aprendimos que los planes de negocio solo sirven para autoconvencer a los promotores del proyecto, pero que raramente se cumplen.
· Aprendimos que si no comunicas no existes.
· Aprendimos que hay gente que te ayuda sin que se lo pidas y sin pedir nada a cambio.
· Aprendimos que lo importante es tener un socio que te complemente y que sea excelente en lo que hace.
· Aprendimos que el equipo humano es clave y que la empresa debe ser como una segunda familia, pero también respetando las distancias.
· Aprendimos que hay que rozar la excelencia en la técnica pero que si no vendes te ahogas.
· Aprendimos que el boca-oreja es el mejor departamento comercial que existe.
· Aprendimos a escuchar a los clientes y a no presuponer sus necesidades.
· Aprendimos a no vender nuestros productos sino a vender lo que necesitaban los clientes.
· Aprendimos a hablar menos y a escuchar más.
· Aprendimos que la familia y los amigos están ahí pase lo que pase.
· Aprendimos que cuando parece que todo va mal siempre encuentras una solución.
Para mí, el mejor indicador de la marcha del negocio es cuando un cliente te vuelve a llamar con un nuevo proyecto. Nuestra filosofía es la de ponernos en el lugar del usuario, analizar sus necesidades y montar la mejor solución que las satisfaga. La confianza del cliente es la energía que mueve Ebantic y la que nos define como empresa. Quizás no sea un método acorde con lo que enseñan las escuelas de negocio, o con las nuevas metodologías de Start-up en las que el objetivo de los emprendedores es conseguir tracción, escalar el modelo y vender la empresa en un plazo máximo de 3-4 años.
Ebantic es una empresa que transmite la personalidad de sus socios y todo el equipo se implica en esta línea. Una empresa atípica a la que los clientes llaman cuando tienen algo que no saben exactamente como abordar y se acuerdan de ti. Sinceramente creo que este es el principal motivo por el que, después de 5 años, seguimos creciendo.