En los últimos dos años han sucedido dos hechos que afectan las emisiones de televisión tal como las conocemos; me refiero a la TDT o televisión digital terrestre. Es decir, la emisión de la señal a través de unas licencias limitadas (diez múltiplex en el caso de Cataluña) y mediante ondas hertzianas.
El primer hecho fue el discurso que hizo Tim Davie, director general de la BBC, el 7 de diciembre de 2022. El día en que se cumplían 100 años y 23 días desde la primera emisión de la cadena. En el discurso, Tim Davie reflexionaba sobre el papel de la BBC en la sociedad del Reino Unido y su financiación, a través de una tasa que pagan los ciudadanos cada vez que compran un receptor de TV. Reivindicaba el papel tractor de la BBC en la industria audiovisual y como catalizador del crecimiento, con más de 50,000 puestos de trabajo y 14,000 proveedores.
A pesar de esta valoración, Tim Davie también constata que los tiempos han cambiado y que los hábitos de consumo no son los mismos. Internet y, más concretamente, las redes sociales han sacudido el tablero y hay que mirar al futuro. Por este motivo, es necesario transformar también la BBC y poner la mirada en el 2030, anunciando que durante la próxima década será necesario pasar totalmente al digital y apagar las emisiones por TDT.
El otro hecho, que ha pasado desapercibido para mucha gente, es la World Radiocommunication Conference de 2023 en Dubái. Esta conferencia debía validar el tercer dividendo digital, reasignando las frecuencias de la TDT a la telefonía móvil para el 2030. Es decir, la desaparición de la TDT en seis años. Afortunadamente para todos nosotros, la presión de los lobbies hizo frenar la decisión, que se pospuso para la próxima conferencia, que será en 2031. Pero no hace falta ser muy inteligente para ver que las redes de comunicación cada vez necesitan más asignación de frecuencias en un parque de dispositivos que no para de crecer, incluyendo ahora el boom del IoT (internet de las cosas).
Como se puede ver, hemos estado a punto de quedarnos sin TDT y, seguramente, con el desconocimiento de la mayoría de profesionales que este final se estaba decidiendo en diciembre de 2023. Podemos respirar tranquilos durante unos años, pero se avecinan tiempos difíciles y es muy probable que acabe sucediendo durante la próxima década.
¿Y qué escenario se encontrarán las televisiones de proximidad en 2031 si se toma esta decisión? Básicamente, que se les acabará (o ya han perdido) una de las ventajas competitivas que tienen actualmente: la poca competencia que tienen dentro del espectro radioeléctrico. Alguien dirá que no es verdad, que hay mucha competencia y que es feroz. Entonces imaginemos cómo puede ser la batalla en un entorno no controlado por licencias (como es la TDT). Es lo que en el ámbito empresarial se conoce como un océano rojo: lleno de tiburones luchando por la misma presa y haciéndose pedazos unos a otros. Muy descriptivo.
«La transformación digital no va de aplicar tecnología, sino de cambiar y adaptar los procesos para reinventar el modelo de negocio. A partir de aquí la tecnología hará su magia.»
Esta alternativa a las emisiones de TDT es el mundo digital, o el mundo online, como se le quiera llamar. Ofrecer los contenidos a través de internet. Un portal de noticias, una TV a la carta, una OTT y principalmente las redes sociales u otras innovaciones como los asistentes de voz tipo Alexa. Pero este entorno es un territorio desconocido para las televisiones. Nunca han entrado del todo porque significa duplicar mucho trabajo y, por tanto, incrementar los costos. Las ventanas de distribución se multiplican y los procesos son muy manuales. Sobre todo si se quiere mantener unos mínimos de calidad y rigor informativo.
Por otra parte, este territorio digital está lleno de medios nativos que provienen de otros tipos de empresas, como las revistas locales o simplemente empresas unipersonales que se dedican a publicar contenidos. Estos medios nativos digitales no están regulados, no están obligados a contrastar la información, no se preocupan por la calidad de las imágenes o los vídeos que distribuyen y, por tanto, tienen una ventaja muy grande frente a las televisiones, constreñidas por regulaciones y códigos de conducta.
Finalmente, estamos asistiendo al boom de los llamados canales FAST, que son una versión de los canales temáticos, financiados por publicidad, que emiten por internet agrupados en plataformas, como la que incorporan los televisores Samsung. En este caso concreto, un usuario puede encontrar más de 130 canales añadidos a su lista de canales de TDT que compiten directamente con las televisiones tradicionales. Es un claro ejemplo de que el televisor ha dejado de ser un aparato para ver los canales lineales y se ha convertido en un agregador de contenidos que llegan por diversas vías, como las ondas hertzianas o la conexión a internet.
Por lo tanto, los medios tradicionales no pueden esperar siete, ocho o diez años para enfrentarse a estos nuevos jugadores nativos digitales que ya están compitiendo en el terreno que hasta ahora era monopolio de las televisiones. Es urgente que la televisión local se posicione ante la ciudadanía, y muchas ya están comenzando a hacerlo. Podríamos hablar de transformación digital de la TV de proximidad. No solo por el cambio de la tecnología, que también, sino por la redefinición de los procesos internos, necesarios para reducir costos y entrar a competir con actores que han nacido ya digitales. Con modelos de negocio muy diferentes y que, en el caso de la proximidad, también disponen de un vínculo con los ciudadanos. Pongamos como ejemplo las revistas de las panaderías que, a través de las redes sociales, comienzan a tener una gran complicidad con la gente del pueblo o la ciudad
Iniciativas como La Xarxa+ (la OTT impulsada por la Xarxa Audiovisual Local que agrega contenidos de 54 televisiones y 110 radios y los pone a disposición de la ciudadanía a través de una plataforma para ser consumida a través de internet) son clave para esta transformación. Pero también es necesario que cada uno de los medios entre a competir codo a codo con sus competidores digitales en su pueblo o ciudad. La buena noticia es que tienen el contenido y la credibilidad. El incremento de las llamadas fake news y su detección por parte del consumidor abre una importante ventana de oportunidad a los medios que apuestan por el rigor y el buen hacer periodístico. La mala noticia es que deben cambiar la forma de hacer las cosas y adaptarse, tal como anunció la BBC hace dos años, al nuevo mundo que ya tenemos aquí.
Para concluir, tal como he comenzado, estas son las opciones que Tim Davie marca como objetivos para la BBC:
- Moverse con urgencia hacia internet.
- Transformar rápidamente la BBC para tener un papel de liderazgo en el mercado digital.
- Invertir proactivamente en la marca BBC como líder mundial.
- Avanzar más rápidamente en la regulación para garantizar el éxito de este movimiento hacia lo digital.
Cambien BBC por el nombre de su televisión y ‘líder mundial’ por ‘líder local’ y tendrán la base para dibujar su estrategia de los próximos cinco años. Y recuerden, la transformación digital no va de aplicar tecnología, sino de cambiar y adaptar los procesos para reinventar el modelo de negocio. A partir de aquí la tecnología hará su magia.
Carles Rams, CEO y Cofundador de Ebantic